Hospital de Órbigo

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Albergues Hospital de Orbigo

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HOSPITAL DE ÓRBIGO

Órbigo es río «sin fuente de origen, ni madre que lo bautice». Su nacimiento es doble, el del Luna y el del Omaña. Cuando ambos ríos juntan sus caudales, el resultante toma el nombre de Órbigo, hidrónimo de raíz prehistórica orbi-cua, confluencia de ríos.

Es río con historia y leyenda. Dicen que sus a

guas bajaron teñidas de sangre durante varias jornadas en el año 456, cuando la batalla entre los godos de Teodorico y los suevos de Requiario. Se habla también de luchas en los tiempos de la Reconquista. Órbigo arriba subían los ejércitos agarenos, camino del puerto de la Mesa, vía normal de penetración en Asturias.

El Puente dio también fama al río y el río cedió su nombre al Puente como apellido. Su traza es medieval, pero se le considera como uno de los más antiguos de la provincia leonesa. Por su larga y tortuosa calzada, pasaron miles y miles de peregrinos de toda laya, desde los pedigüeños y pícaros hasta los reyes y los santos.

A la parte izquierda del Camino, se formó un pequeño poblado, presidido por la iglesia de Santa María, con su espadaña, su nido y su cigüeña, vecina permanente, que renuncia a la emigración. A este barrio se le llamó Puente.

El Hospital lo fundaron los Caballeros de San Juan de Jerusalén, en la margen derecha del río, en la desembocadura del Puente. En torno al hospital se formó otro barrio, que tomó el nombre del edificio que lo presidía y por el cual todavía se conoce el poblado: Hospital de Órbigo.

Además del nombre, quedan aún otros recuerdos sanjuanistas, como el título de la iglesia parroquial, la cruz de los Caballeros, el crucero de los peregrinos y el solar del hospital. Hoy es una villa próspera, con más de 1200 habitantes, centro comercial de la región, de turismo y de veraneo, con buenos establecimientos hoteleros, camping y zonas de recreo para los visitantes.

Parece ser que no siempre fue así, porque cuando por allí pasó, en el siglo XVII el boloñés Laffi, que llamó a este poblado Puente del Agua, escribe: «Aquí tuvimos una pésima noche, tumbados sobre el santo suelo. El vecindario es tan pobre, que más bien esté para recibir limosna que para darla, por lo que se impone abonar el hospedaje que te ofrecen en una mala cabaña». Ni en sueños se le hubiera pasado por las mientes al buen clérigo trotamundos que, trescientos años más tarde, habría en el lugar hoteles confortables, un buen camping bien instalado y una renombrada cocina por sus sopas con truchas.

EL Paso que entró en la literatura con el título deHonroso, fueron las justas que mantuvo don Suero de Quiñones y otros nueve caballeros, leoneses como él, desde el 9 de julio al 10 de agosto de 1434, Año Santo Jacobeo. Don Suero se constituyó prisionero de amor de una dama esquiva, llevando un fierro al cuello, en signo de su esclavitud, del cual esperaba liberarse, sosteniendo el Paso, en honor al apóstol Santiago

Retó a todos los caballeros de Europa, «cerca de la Puente del Órbigo, arredrado un tanto del Camino». Se concertaron las Justas con autorización real, se publicó el reglamento, se levantaron tiendas, empalizadas y palenques y se mantuvo el certamen durante treinta días. Al final, los diez campeones, magullados y recosidos, marcharon a Compostela.